Villancicos Navideños

       Jose Mª Ibáñez 

LOS VILLANCICOS DE JULIAN SANTOS

El villancico es el cantar de la villa. Comenzó siendo un cantar profano, pero hacia el siglo XVI, adquiere una importancia cada vez mayor en los asuntos religiosos. Ello es debido a que las autoridades eclesiásticas empiezan a considerar la conveniencia de introducir en la liturgia canciones, compuestas en estilo sencillo y directo del villancico, como una forma de acercar al pueblo los misterios de la Fe católica, especialmente durante las celebraciones correspondientes a la Navidad y al Corpus Christi. Hoy han quedado exclusivamente para las celebraciones navideñas y son del todo indispensables en ellas.

El alma de un niño y el talento de un artista, contienen los villancicos del maestro Julián Santos. Hechos para ser escuchados con placidez y cantados con facilidad. Para ello, el maestro echa mano del folklore popular que conoce y domina, sabedor de que el villancico es ante todo un canto hecho por el pueblo y para el pueblo. Las melodías son sobre todo graciosas y sencillas, pero en los arreglos, despliega todo un universo ambiental y armónico de frescura y buen gusto. He escuchado los villancicos del maestro en diferentes marcos y contextos, y siempre me han conmovido. Los he escuchado en el recogido monasterio medieval de los frailes franciscanos de Santa Ana del monte, dentro de la pequeña ermita, en aquel marco que invita al recogimiento del espíritu y a la reflexión más profunda. En la sencilla capilla de Las dominicas descalzas, las monjas de clausura que encarceladas por amor a Dios oran por la salvación del mundo y los hijos de los hombres, y en esa capilla también he sentido un sobrecogimiento especial. En el marco incomparable de la monumental iglesia de Santiago, frente al bello retablo dorado o en la austeridad del coro neoclásico con su acústica magnifica. En el escenario del pequeño y coqueto teatro Vico, por el cual, desde hace más de un siglo han desfilado cómicos y músicos, artistas y poetas. Y por fin en la calle, frente a la fachada del ayuntamiento junto a un inmenso árbol de Navidad, el clásico nacimiento público que cada año se exhibe al pueblo, cerca de las brasas de una hoguera encendida para la ocasión, con el frío invernal calándome los huesos e hiriendo levemente mi nariz y mis manos. Y entonces he recordado lejanos y felices días de la infancia y una lagrima ha cristalizado en mis ojos como diminuto copo nocturno de nieve.

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Las letras también son sencillas, al igual que los títulos, y algunos textos no dejan de ser originales al extrapolarse parajes o nombres de Belén y tierra Santa a otros de nuestra propia tierra. Por ejemplo uno de los pasajes dice: "Tu Maria Antonia, llama al Andrés". Y otro. "Ya vienen los reyes por los Alberciales"...etc, haciendo así más familiar y cercano el villancico.

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Cuando era un chiquillo todos los años se organizaban villancicos a los que asistían todos los colegios de la localidad, nosotros llevábamos generalmente en nuestro repertorio un par de villancicos del maestro Santos. Como desconocíamos parte de la música o parte de la letra o no estábamos seguros de cual era la melodía real porque no existían grabaciones ni partituras de los mismos y solo nos basábamos en la tradición oral a menudo engañosa, y en el torpe tarareo de las melodías por parte de nuestros padres o de nuestros maestros/as, lo que hacíamos los mas inquietos y audaces era plantarnos en la casa del maestro, allí pasábamos uno de los ratos más felices y gratificantes del año, y de nuestras cortas vidas, conversando con él, viéndole tocar magistralmente su viejo piano y haciéndole cantar el par de villancicos que nos interesaban y que luego interpretaríamos y destrozaríamos con mucha ilusión en el concurso. Nos lo pasábamos pipa aquel ratico en aquel caserón antiguo, donde después de tocar y cantar, el maestro nos obsequiaba con dulces navideños de la tierra, nos contaba un par de anécdotas ocurrentes y curiosas, como él mismo, y a la vez que nos iba sacando por la pinta: " Tu debes ser hijo de fulanico, tienes toda la cara de tu madre"... Luego con las guitarras destempladas, en nuestros particulares ensayos, un coro bastante infame de niños pecosos, desdentados y malheridos por el juego y el ajetreo constante intentábamos recrear (sin demasiada fortuna) los villancicos que él acababa de interpretar un par de días antes. A pesar de todo, y aunque los interpretes no eran de mucha calidad, debía el maestro sentirse orgulloso de que aquellos chiquillos hubieran elegido un par de sus villancicos para concursar en vez de aquellos otros yankees que tan de moda estaban y que invadían ya tanto los anuncios de televisión como el hilo musical de los grandes almacenes.

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En el año 2001 la compañía lírica Julián Santos se decidió a editar un disco o CD con diecisiete villancicos en los que destacan las voces solistas de Carmen Claure, Silvia Leivinson y Agustín Sánchez, todos ellos arropados por la coral Ars Nova y dirigidos por Antonio Salmerón, acompañados por la orquesta titular de la Compañía Lírica "Julián Santos" dirigida por la batuta de Andrés Santos. El CD está editado por producciones Lorca, y producido por la propia Compañía. Como he dicho antes, contiene diecisiete títulos. A saber: Corre pastorcillo, Llamada de los pastores, Venimos del monte, Tierno niño, Suene el pandero, El rey supremo, Duerme, Gloria, Pastorcitos, Los Reyes de Oriente, Se han ido los pastores, Alegría, Campanitas de Belén, Yo no quiero la nieve, Pajaritos, Llegaron a Belén y Triste Melancolía.

Como el maestro Santos conocía casi todos los palos de la música popular y del rico folklore español, pues entre estas diecisiete piececillas navideñas hay de todo. Por ejemplo: Tierno niño y Duerme, son dos nanas. Suena el Pandero es una jota en toda regla. Se han ido los pastores una muñeira que te transporta a los húmedos y verdes parajes del norte. Yo no quiero la nieve, podría ser perfectamente la romanza de una zarzuela. Triste melancolía es un zortziko vasco, y Purísima Virgen bien podría ser una plegaria. Como veis un despliegue de estilos e imaginación que evidencia la maestría y la facilidad del autor para abrir todo un abanico de variados colores en algo tan sencillo y ancestral tan popular y simple como un villancico.

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Resulta curioso saber que el Maestro santos arreglaba cada año los villancicos dependiendo del personal con que contara para interpretarlos. Esa decir, si un año contaba como instrumentistas con un contrabajo, un violín, un armonio y un par de flautas y un clarinete adaptaba los arreglos a esos instrumentos, o lo que es igual personalizaba las partituras en beneficio de sus intérpretes. No conocemos con exactitud la fecha de composición de estas piezas navideñas pero parece ser, a juzgar por las fuentes consultadas, que debieron de ser escritos alrededor de la década de los cuarenta. Se interpretaban en las misas de gozo a las siete de la mañana todos los días de Navidad. Se realizaba lo que se llama una escolanía y unas veces se interpretaban en la Parroquia Mayor de Santiago y otras en la del Salvador, en el asilo etc.

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La ausencia en mi casa de seres muy queridos que acabaron sus ciclos vitales y se ausentaron para siempre, ha hecho, que en gran parte, haya desparecido en mi mucho del espíritu navideño, de la ilusión y la alegría con que vivía en mi infancia y adolescencia estos días de religiosidad y de magia, pero cuando por fechas navideñas, año tras año, la compañía lírica Julián Santos organiza la audición de los villancicos en cualquiera de los marcos entrañables citados anteriormente, entonces, corro a oírlos otra vez con la ilusión de un niño y cuando resuenan las viejas melodías que en mi infancia escuche alguna vez tocar al maestro al piano o canturrear a mi madre o a mis maestros en aquellos pasados días invernales, recupero el viejo espíritu que un día perdiera Mister Scrooge, el solitario personaje del magnifico cuento de Dikens, y tres espíritus o fantasmas, el de las navidades pasadas, el de las presentes y el de las futuras vienen a rescatarme para mostrarme lo que puede ser esta vida sin amor, sin generosidad, sin esperanza, sin alegría, sin la dulce e inalcanzable utopía de lograr un día un mundo mejor, mas justo y solidario, y sin el corazón de un niño inocente.

Créditos

Interpretes: Orquesta de la Compañía Lírica Julián Santos 

Director: Andrés Santos

Coro: Coral Ars Nova - director: Antonio Salmerón

Solistas: Carmen Claure - Silvia Leivinson y Agustín Sánchez

Técnico: Manuel Torroglosa

Edita: Compañía Lírica "Julián Santos" Producciones Lorca - Dic. 2001

Patrocina: Cajamurcia

Obras: 

1.-  Corre Pastorcillo Julián Santos

2.- Llamada de los Pastores Julián Santos

3.- Venimos del monte Julián Santos

4.- Tierno Niño Julián Santos

5.- Suena el pandero Julián Santos

6.- El Rey Supremo Julián Santos

7.- Duerme Julián Santos

8.- Gloria in excelsis Deo Julián Santos

9.- Pastorcitos Julián Santos

10.- Los reyes de Oriente Julián Santos

11.- Se han ido los pastores Julián Santos

12.- Alegría Julián Santos

13.- Campanitas de Belén Julián Santos

14.- Yo no quiero la nieve Julián Santos

15.- Pajaritos Julián Santos

16.- Llegaron a Belén Julián Santos

17.- Triste melancolía Julián Santos